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Respuesta a una reclamación a un centro de salud en Castellón

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Hace unos días alertamos a través del blog de que en un centro de salud de la provincia de Castellón se proporcionaba una hoja con recomendaciones alimenticias con propaganda de una marca comercial de yogures en la revisión pediátrica de los cuatro meses.

La madre que recibió dicho documento en la consulta del pediatra interpuso una queja por escrito y ha compartido la respuesta del centro, donde le piden disculpas y le informan de que se ha retirado la hoja informativa.

Desde la asociación El Parto es Nuestro deseamos felicitar a esta madre por hacer constar su reclamación y celebramos la rápida respuesta del centro de salud. Hemos comprobado, una vez más, que reclamar nuestros derechos por escrito suele dar como resultado una respuesta positiva. 
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Activismo con humor (negro)

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Menos mal que les tenemos a ellos, porque nosotras no estamos cualificadas para parir. ¿Cómo pariría la madre del primer ginecólogo de la historia?¡Sin médicos, sin avances, sin tubitos, sin tijeras...! ¡Pánico masivo!

[Imágenes: Dechainees.com]

El grupo www.dechainees.com ha creado viñetas con mucho humor, pero a la vez muy críticos con la la situación tan absurda en la atención al parto y nacimiento que estamos viviendo a nivel global, para concienciar a su manera sobre los cambios que necesitamos.

¿Cómo puedo colaborar con El Parto es Nuestro aunque no sea socio/a?

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(Adaptado de la Guía de socias)

[Imagen: foto de familia tras una asamblea anual, Alcobendas, Madrid]

Si te interesa el tema y quieras aportar algo a esta causa, seas quien seas y tengas el tiempo que tengas, estas son algunas de las cosas que podrías hacer:

• Síguenos en Facebook, Twitter y Youtube y difunde en las redes sociales los artículos de nuestra web y las entradas de nuestro blog y coméntalas.

• Comparte con nosotros noticias o artículos que merezcan la pena difundir, comentar o refutar sobre la atención al embarazo, parto, posparto y lactancia. Si además los envías a hemeroteca@elpartoesnuestro.es, pasarán a formar parte del archivo de noticias de la asociación y estarán disponibles de forma permanente para quien los desee consultar.

• Participa en nuestro blog, tus aportaciones en forma de temas, textos, reflexiones e imágenes son muy bienvenidos: blog@elpartoesnuestro.es.

• Ayúdanos a difundir cuáles son nuestros derechos: anima a las mujeres embarazadas de tu entorno a presentar un plan de parto y nacimiento en su centro de salud de referencia e informa a las mujeres que conozcas de que pueden solicitar su historia clínica si tienen dudas de qué pudo suceder en su parto.

• Solicita en tu biblioteca que haya libros de los que recomendamos en la web.

• Suscríbete y participa en las listas El Parto es Nuestro y Apoyocesareas.

• Escribe tu historia de embarazo, parto o posparto (narrada por ti o por tu pareja) y envíala a testimonios@elpartoesnuestro.es para publicarla en la web. Tu experiencia puede ser de mucha ayuda a otras mujeres y hombres.

• Asiste a las reuniones periódicas de los grupos locales que organizamos y recomiéndalas a tus familiares y amigas, son gratuitas y abiertas a todos los públicos.

• Participa en los eventos que organizamos con motivo de la Semana Mundial por el Parto y Nacimientos Respetados, la Semana Mundial de la Lactancia, el Día Internacional contra la Violencia Obstétrica o similares.

• Escribe a los medios de comunicación, a título personal, comentando sus publicaciones acerca de la atención al parto, la situación en los hospitales de tu zona, tu propia experiencia…

• Infórmate sobre las prácticas habituales de tu hospital y presenta sugerencias, quejas y reclamaciones, a título personal, encaminadas a mejorar la atención a las embarazadas, parturientas y recién nacidos.

• Felicita y agradece una buena atención, tan importante es hacer saber a un profesional si no recibiste lo que esperabas como hacerle saber que su atención ha sido empática, correcta, respetuosa, etc.

¿Se te ocurre algo más? ¡Cuéntanoslo!


Para leer más:

El Parto es Nuestro Ecuador invita a su segunda reunión abierta, el 26 de Julio en Quito.

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"RELATOS DE PARTOS"

Sábado, 26 de julio del 2014

10h00 – 12h00 (entrada libre)


Lugar: Asociación de Mujeres de Cumbayá, Quito, Ecuador

(Francisco de Orellana E1-68 y Línea  Férrea – frente a la entrada de El Chaquiñán)

 

En esta reunión cada asistente será protagonista al compartir su historia de parto, historia única e irrepetible; historias alegres, partos gozosos, relatos tristes, también dolorosos, cesáreas necesarias, cesáreas innecesarias, historias que también servirán de ejemplo o guía para las mujeres embarazadas que deseen asistir.

Será una reunión amistosa y cálida para encontrarnos, escucharnos, sin juzgarnos y simplemente apoyarnos. Toda persona, grandes y pequeños, son bienvenidos.


www.elpartoesnuestro.ec                            ecuador@elpartoesnuestro.ec

www.facebook.com/EpenEc

Desafiando a Dios

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Por L.P.

Las mujeres son y están condicionadas para interpretar las sensaciones de sus cuerpos a partir de los discursos que se desprenden desde el saber de los expertos (María Jesús Montes)

[Imagen: Se titula "La Santísima Trinidad" y es de Antonio de Pereda y Salgado (Valladolid, 1611- Madrid, 1678), el cuadro está en el Museo de Bellas Artes de Budapest, Hungría.]

Este es mi tercer embarazo. Después de un primer parto con violencia y un segundo parto respetado, después de todo lo aprendido gracias a ambas experiencias, me planteo desde el primer momento ser dueña de mi vida y de mi cuerpo desde que soy consciente de que estoy gestando un nuevo ser. Y soy consciente desde el minuto uno, desde las primeras decisiones, del terrible sometimiento que sufrimos las mujeres por el hecho de estar embarazadas.

La primera decisión importante ha sido elegir cuándo comunicar a nuestro entorno de familiares, amigos y conocidos que estoy esperando un bebé. En mi familia y círculo más cercano, la práctica absolutamente dominante ha sido esperar a realizar una primera ecografía, en la sanidad privada o en la pública, entre las 8 y las 12 semanas de gestación, para compartir la noticia del embarazo. Yo misma lo hice así en mis dos primeras gestaciones. La justificación que esgrimía para este modo de proceder era que necesitaba que el médico «me confirmara» que, efectivamente, estaba embarazada, y que me corroborara que «todo estaba bien y en su sitio». De alguna manera, incluso creo que no tuve plena consciencia de estar embarazada hasta que no «vi», hasta que mi ginecóloga no me mostró, esas difusas sombras blancas y negras en el monitor ecográfico.

En esta ocasión, hemos decidido compartir la buena nueva antes de asistir a ninguna ecografía. Y las reacciones de nuestro entorno han sido, sobre todo, de extrañeza. Caras raras que mezclaban alegría con desconfianza a la vez que de inmediato lanzaban la pregunta: «Pero… ¿todavía NO te has hecho ninguna ecografía?».

No puedo dejar de preguntarme cómo se ha conseguido que las mujeres estemos tan sometidas al estamento médico, tan desconectadas de nuestros propios cuerpos y nuestros propios procesos, que necesitamos que alguien venga a «confirmarnos» un estado tan evidente como es el embarazo para que podamos ni tan siquiera «creérnoslo». Al mismo tiempo, nuestro terror al «fracaso»; la incapacidad de nuestra sociedad para gestionar la pérdida, el duelo y la frustración; nuestra nula tolerancia al hecho de que en la vida puede pasar cualquier cosa, en cualquier momento, nos hace aferrarnos a la necesidad de que a todas horas nos confirmen que «todo está bien».

Me siento orgullosa de la decisión que he tomado, pero al mismo tiempo siento que estoy desafiando a Dios, un dios personificado en la figura del médico. Y soy consciente de que esto es sólo el principio de un camino sin retorno que intuyo que no será fácil de recorrer, aunque ante mis ojos se presenta como tremendamente esperanzador: el camino hacia la recuperación de la confianza perdida, hacia el conocimiento de mí misma y de mi fuerza y mi poder. 

Considerando el enraizamiento y poder de las ideologías hegemónicas, no seguir lo pautado escandaliza a doctos y profanos. El riesgo ha tomado estructura de realidad y se utiliza, con su aliado el miedo, como medio de coerción para convencer de la lógica del orden social y amenazar con valores morales la ideología y prácticas de los/las  disidentes y, estos discursos se dirigen principalmente a las mujeres embarazadas que se ven expuestas en diferentes situaciones.

 

Referencia: tesis doctoral Las culturas del nacimiento. Representaciones y prácticas de las mujeres gestantes, comadronas y médicos. Maria Jesús Montes Muñoz. Universitat Rovira i Virgili, 2007.

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Un par de extractos más de la tesis:

«En nuestra opinión, la lectura patologizadora y medicalizadora de los procesos reproductivos que se suceden en el cuerpo de las mujeres y el intenso control médico que se ejerce sobre ellas, además de llevar implícita una importante carga de jerarquización y de inferioridad para éstas (Esteban, 1994:5), les genera sentimientos negativos como la inseguridad y desconfianza en su propio cuerpo (Montes y Bodoque, 2003), logrando así que “las mujeres se sientan inválidas, dependientes del médico” (Juan, 1991:30), de quien se espera que “cure” o dé solución a unas manifestaciones físicas que, aunque normales, se viven como irregulares y amenazantes.»

«El poder de la medicina como institución es parte de la organización estatal de control social de los países capitalistas y por la necesidad de mantener la fuerza de producción. El control de las mujeres y sus cuerpos gestantes se plantea como una necesidad social. El control “no se opera simplemente por la conciencia y la ideología, sino que se ejerce en el cuerpo, con el cuerpo (...) El cuerpo es una realidad biopolítica; la medicina es una estrategia biopolítica” (Foucault, 1990:125).»


 

Las tetas de Cristina Perales

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--- La cantante y actriz Cristina Perales en "Un descanso", foto que ilustra su magnífico artículo sobre la lactancia materna: "Las tetas de Cristina Perales".

"Por eso he decidido poner esta foto de mi pequeño mamando en medio de una sesión de fotos que hicimos para el disco. Así, si alguien busca “las tetas de Cristina Perales” por lo menos que se muestren para lo que realmente sirven.

Porque nunca les encontré más sentido.

Ni más placer…"

Dificultades con la lactancia: un problema médico

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Hablemos claro de una vez. Cuando, ante un problema con la lactancia, el médico de cabecera, el ginecólogo o el pediatra, recomiendan sin más a la madre destetar, están demostrando que son unos incompetentes que no están haciendo bien su trabajo. ¿O acaso va alguien al médico con problemas respiratorios y le prescriben no respirar? ¿Alguien ha ido al doctor con dolor en el estómago y le han instado a no hacer la digestión? ¿Si nos duele al orinar, no nos harán análisis y pruebas para determinar el origen de la molestia para tratarla adecuadamente?

La principal función del pecho es amamantar, aunque en nuestra sociedad actual destaque más su utilización como reclamo sexual.

Hay mujeres que deciden no ser madres, por lo que sus pechos no llegarán nunca a desarrollar esa función. Otras optarán por el biberón y tendrán que inhibir la producción de leche, cuya existencia se pone de manifiesto indefectiblemente tras el parto. Pero las mujeres que deciden amamantar a sus bebés deben poder hacerlo de manera natural y sin molestias. Pues, al igual que no nos duele el corazón cuando bombea la sangre, o los pulmones cuando aspiramos oxígeno, el hecho de amamantar debe ser indoloro. Si no lo es, será porque hay un problema de funcionamiento, que puede estar provocado por una mala postura, un frenillo o una infección… Es responsabilidad del Sistema Sanitario dar solución a estas complicaciones.

Parece ser que al tema de la lactancia no se le concede demasiada importancia, ni se le dedica mucho tiempo en la universidad, y por ello los profesionales terminan la carrera sin estar suficientemente formados sobre este tema. Sin embargo, es su responsabilidad completar su formación, aumentando y actualizando sus conocimientos. Y no es demasiado difícil hacerlo, basta con bucear un poco por Internet y leerse un par de libros al respecto. Sólo hay que tener un poco de interés y voluntad de mejorar.

Pero esto no ocurre, y muchas lactancias se van al traste porque las mujeres no encuentran en la consulta las soluciones que les permitan continuar amamantando.
Tan sólo reciben la respuesta fácil: “Deja el pecho, mujer; si con el biberón se crían igual de bien”. Lo más probable es que, de tener confianza con su doctor, la mujer le contestase: “Puede ser, pero yo lo que quiero es darle el pecho”.

Llegados a este punto podemos preguntarnos: ¿a alguien le importa lo que queremos las mujeres?  Pues sí, a otras mujeres, esas que forman parte de los grupos de apoyo a la lactancia. Está bien que estos grupos existan, pero deberían hacerlo como un complemento, no como sustituto de una inexistente atención en los circuitos oficiales. Las asesoras de lactancia pueden apoyar, dar cariño, consejos y trucos, pero no saben ni pueden analizar muestras de leche, ni están facultadas para recetar medicamentos.

Lo que ocurren las consultas se parece peligrosamente a aquél chiste que dice:
«Doctor, doctor: ¡me duele aquí!». Y el médico contesta: «Pues póngase allí». Pero la lactancia no es cosa de risa, debería tomarse mucho más en serio, porque con ella está en juego la salud de nuestros hijos.


Para leer más:

Recursos:

Libros:

El Parto exitoso de una primeriza. La historia de Maite.

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De nuestra serie Relatos y Experiencias.


Fue a partir de la semana 20 de embarazo cuando empiezo a replantearme cómo quiero parir. Empiezo a devorar libros, las listas, relatos, etc. En mi mente empiezan a almacenarse palabras que no me gustan nada: inducción, anestesia, monitores, inmovilidad, dolor, miedo, oxitocina sintética, partos medicalizados, innecesarias, epidural, ... mientras otras palabras emergen con fuerza: endorfinas, oxitocina, piel con piel, acompañamiento, doula, seguridad, poder, partos respetados... 

Empecé a visualizar el parto como el ascenso a una montaña, donde tengo dos opciones:

A) Dejar el coche en la base e iniciar el largo ascenso. En el camino seguramente tendré dolores, podrán salirme ampollas en los pies, sudaré y tendré frío, me mojaré y me preguntaré varias veces porque demonios no he dejado el coche casi en la cima. Total, la recompensa será la misma: unas vistas maravillosas y un buen bocata...Pronto me digo que no, el recorrido también es precioso, esto merece la pena verlo y sentirlo.

B) Subir con el coche casi en la cima,  de forma que en apenas dos pasos llego a la cima. 

Decido luchar por conseguir la opción A.

Leer la historia de Maite aquí.


Nació y se fue

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Hoy es un día triste para todas las mujeres de Apoyo Cesáreas, la lista se ha parado y hoy nos convertimos en una para acompañarte. Todos los bebés que nacen forman parte de esta gran familia y siempre les llamaremos por su nombre, ese nombre que les da identidad hayan vivido dentro o fuera de nuestro útero por el tiempo que hayan elegido. Esta red de mujeres nos abrazamos para arropar a todas las madres que han perdido un hijo o una hija de la manera que sea y por ello encendemos esta vela, para que nos dé calor cuando la vida nos hiela.

Producto desmadrizador nº X: el cinturón cantante.

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Lo que hay que ver por no estar ciega...
 
un cinturón que le canta al bebé, y de paso le estimula tempranamente. Desconexión total, vamos...

55 eurazos. Una ganga.


 

Para leer la serie completa:

  

Sobre tamaños y formas…o cada útero es un mundo

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Por Ángeles Cano

En nuestra lista interna de la asociación salió un día el siguiente comentario:

“En la reunión del viernes pasado una de las asistentes nos contó que estando de unas 20 semanas ya le habían comentado que, posiblemente, tuviera una cesárea ya que su cuello de útero era muy largo. Nuestra respuesta fue "un poco tibia", sin querer desmentir nada de forma rotunda ya que nos faltaba información, pero nos comprometimos a enviarle una respuesta. Necesitamos información para responder a esta mujer. ¿Alguna orientación, información al respecto?”

No podemos enviarle algo como la noticia enlazada a continuación y terminar con todas sus esperanzas de tener un parto normal: La longitud del cuello del útero predice el riesgo de cesárea

A raíz de este correo me puse a reflexionar.

Imagínate que a un hombre le dicen que no podrá tener relaciones sexuales porque tiene el pene muy curvado, o largo, o gordo, o corto, o de un color raro, o con demasiados pelos o yo que sé. O que, casi seguro, no podrá “funcionar bien” y que mejor que ni lo intente.

¿A qué nadie le dice esto a un hombre?, entonces ¿por qué nos hacen a las mujeres estas observaciones sobre nuestra fisiología?

A cuántas amigas mías les han hecho comentarios en la consulta del ginecólogo o ginecóloga del tipo: “Tienes el útero raro, largo, grande, pequeño, etcétera., y, casi seguro, no podrás quedarte embarazada o tener un parto normal”, por ejemplo. Igualmente en las consultas con la matrona durante el embarazo, en ocasiones opinan sobre el aspecto de nuestra vagina, si es muy larga, o gruesa o cualquier otra crítica desafortunada e impertinente.

Sinceramente, no lo entiendo. Seguro que cada útero tiene su tamaño, su forma y sus peculiaridades.

Asimismo, cuántas veces hemos escuchado historias de mujeres de generaciones anteriores —cuando no había ecografías en los embarazos—a las que, después de haber parido varias veces, el ginecólogo les ha dicho que con su útero, o cuello de útero, u ovarios no deberían haber podido parir.

Con el fin de aportar información profesional a la pregunta, consultamos a Ascensión Gómez, comadrona, fisioterapeuta, madre y socia de El Parto Es Nuestro.

El tamaño del cuello del útero, y el tamaño del útero en sí, es muy variable y de poco sirve como predicción. La longitud del cuello del útero, en todas las mujeres sin contracciones, esto es antes del parto, será diferente, porque cada mujer es diferente y porque depende de cuándo y cómo se inicie le parto. Es más, si en la semana 30 le miden el cuello a una mujer y mide menos de 25 mm lo considerarán una amenaza de parto prematuro. Entonces ¿en qué quedamos? Si es corto la medicamos porque puede ‘caerse el bebé’ y si es largo le programamos una cesárea, no vaya a ser que no dilate. Es absurdo.

La noticia no habla de cómo se hizo el estudio, porque no es lo mismo un inicio de parto espontáneo que una inducción y me temo que las metieron a todas en el mismo saco.

Lo que sí es cierto es que, a mayor longitud de cuello, menor probabilidad de éxito de una inducción y mayor probabilidad de terminar en cesárea. Eso sí.”

"Mis hijos y yo", la historia de Verónica.

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De nuestra serie Relatos y Experiencias.


[Imagen: cedida por Silvia S. Banco de imágenes de El Parto es Nuestro]

Para mí, las consultas médicas se convirtieron en un calvario porque ya sabía que sí que se podía, pero ellos me decían que no. Cambié de ginecólogo varias veces, pero recuerdo especialmente uno que me dijo cosas muy fuertes, que ya conté en su día, y mi querida amiga Lady Vaga tuvo a bien publicar en su blog, así que, con su permiso, dejo aquí el enlace por si alguna lo quiere leer.

Finalmente, un correo de la lista Apoyocesáreas me dio la luz: una compañera había escrito a varios hospitales de Madrid y tenía una lista de algunos que le habían contestado favorablemente a un parto vaginal después de dos cesáreas, así que seguí sus pasos y no mucho tiempo después me estaba cambiando de hospital, a uno que me quedaba a 50 minutos de casa [LPG2].

Para entonces ya tenía cerca de 35 semanas de embarazo.

Leer la historia de Verónica aquí.


 

Para leer más:

 

La maniobra de Kristeller, según Forges.

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Aunque esta imagen pueda parecer una barbaridad, no deja de recordar a una maniobra que actualmente se practica en muchos hospitales, no sin consecuencias.

La maniobra Kristeller es la presión sobre el fondo uterino para aumentar la presión abdominal durante el expulsivo, bien con una mano, dos o el antebrazo, conjuntamente con la contracción y en dirección a la pelvis materna, con el fin de acortar la duración del mismo y forzar la salida del bebé desde fuera.

[Imagen: Forges, El País, 2014]

Equipo Kristeller

Hablan los profesionales: las reflexiones de una neonatóloga.

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A veces los médicos necesitamos oir las cosas de una determinada manera para creérnosla.... hay tanta desconfianza aún en la naturaleza y en los procesos de la vida.... y el parto-nacimiento se maneja con tanto miedo en muchas ocasiones, que distorsionamos el momento único, sagrado, especial en el que un nuevo ser nace.

Mi experiencia como neonatóloga durante 6 años, en los que he trabajado en diferentes hospitales de Tenerife, Lanzarote, Madrid... intentando quitar barreras mentales y físicas en las infraestructuras que no apoyan ni se detienen en la importancia del vínculo madre-hijo, es que aún hay mucho camino por hacer.

Me he visto tantas veces condicionada por el resto del personal que corriendo me entregaba al bebé, cuando yo lo único que he querido siempre es observarlo mientras respira encima de su madre. He sentido en mi piel el dolor de su respiración al cortarle antes de tiempo el cordón, el estado de agotamiento en el que a veces llegan a mis manos tras tantas agresiones innecesarias, la violencia que reciben nada más nacer, "para que llore"... como si vivir y llorar fueran sinónimos...la angustia de las personas que me rodeaban en una reanimación, cuando yo quería darle su tiempo al bebé y que se recuperara a su ritmo... He sido feliz cuando no he tenido que hacer nada, cuando he encontrado a matronas sensibles que me han apoyado y han permitido que les ausculte su corazón encima de sus madres, o que les controle el pulso mientras aprendían a respirar encima de sus madres... han sido en contadas ocasiones...

Cada bebé que se separa de su madre sin motivo, yo lo he sentido en mi piel... he pedido perdón a tantos recién nacidos por cosas con las que no estoy de acuerdo, y que he hecho y he visto hacer, vitamina K intramuscular, tomarles medidas nada más nacer, aspiraciones gástricas innecesarias, meterles en incubadoras para darles un "calentón", las primeras 2-3 horas de vida, glucemias y biberones de fórmula artificial sin control... cuantas veces he tenido que soportar el llanto intenso, profundo, desgarrador, de un recién nacido totalmente despierto, disponible, expectante, que no comprende ESE VACÍO, en el que le hemos metido y ESAS AGRESIONES que está recibiendo continuamente...

Mis preguntas siempre han sido ¿POR QUÉ? ¿PARA QUÉ?

Ser responsables del dolor que generamos, de las consecuencias de nuestros actos, es una necesidad apremiante para salir de la ignorancia, de los "aquí siempre se ha hecho así" o de los "porque sí" que han poblado mis años de formación y práctica médica.

Pedir perdón también... por a veces nuestra falta de valor de decir hasta aquí, el miedo a las críticas entre el personal, no definirnos por falta de tiempo, porque hay demasiado trabajo, porque estamos cansados, porque la dirección no cambia las cosas, porque "aquí eso no se puede hacer"...

Hay cosas que sinceramente no deberíamos permitir, y ese dolor en mayor o menor medida, todos los que trabajamos en paritorios y en unidades neonatales lo llevamos dentro.

Esto es algo que SIEMPRE he pensado, pero que con los años de vivencias ha arraigado más profundamente en mí, y ya el revivir la experiencia de mi propio nacimiento en varias ocasiones, me hizo sentir muchas cosas, que me han llevado a abandonar mis lugares de trabajo y buscar a profesionales que compartan y vivan esta visión del parto-nacimiento.

Desde aquí me gustaría invitar a una reflexión personal y a solas con uno mismo, a las personas que trabajamos en el mundo del nacimiento, a encontrar nuestros miedos, a sanar nuestras vivencias de cómo nos recibieron al nacer, a ponernos en la piel de un bebé, para poder ESTAR en un paritorio con la sensibilidad, el amor y el respeto que cada ser que viene al mundo merece.

Gracias

Mónica Delgado Guerrero
Pediatra Neonatóloga
Madrid


Texto original de nuestra campaña ¡Que no os separen!

Ojalá. La historia de Eva.

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De nuestra serie Relatos y Experiencias.

Era mi primer hijo y mi primer parto. Tenían previsto provocarme el parto el lunes siguiente. Estábamos en viernes y ese misma mañana había acudido a urgencias por fuertes dolores en el vientre, que no contracciones, y caída del tapón mucoso. Que ya sabía que lo del tapón no era significativo, pero esos dolores no eran normales. No por la intensidad, sino porque era un dolor constante. Quizás no supe interpretarlos, nunca lo sabré. Y las clases preparto a las que acudí no me sirvieron para mucho, yo miraba el reloj y el dolor no cesaba. No venía en intervalos, sino que siempre estaba ahí.
 
Me mandaron a casa y me dijeron que lo del tapón no era una señal de parto inminente y me dieron un folletito en el que se explicaba aquellos casos en los que debías acudir al hospital. Primera lección aprendida: el hospital no está para tranquilizar sino para parir, o al menos intentarlo. Y al dolor no le prestaron importancia, ahí quedó. Por eso me tomé el día con calma, con mi dolor constante y le propuse a mi pareja irnos al cine por la tarde. El dolor sin intervalos persistía toda la película y toda la tarde. Esa noche no dormí nada, y a las seis de la mañana no aguanté más y le dije a mi marido: yo no sé si estoy de parto o qué pero algo no anda bien, vámonos al hospital. Entonces empezó todo. Me miró una enfermera, luego otra, luego otra más, llamaron a una ginecóloga. Y yo no sabía que pasaba, no me decían nada. Mi pareja fuera. En pocos minutos unas cuatro personas me estaban mirando pero nadie decía nada. Y ya pregunté aunque con timidez.
 
Puedes leer la historia completa de Eva aquí.
[Imagen: chapa nº5 Reciclando ginecología, de la serie de chapas de El Parto es Nuestro, proyecto 2012]

Respetar el derecho de acompañamiento de la mujer en el parto: también en caso de cesárea.

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[Imagen cedido por Sonia Rives: una cesárea respetada: piel con piel madre- bebé y acompañamiento en todo momento, de la persona que elige la mujer.]

Desde aquí apoyamos la petición de una mujer usuaria que ha creado la campaña "Permitir entrar a un acompañante en caso de cesárea" para solicitar que dejen a las madres estar acompañadas en caso de que el nacimiento sea en quirófano y por cesárea, en el caso concreto en el Hospital Vinalopó de Elche.

El Ministerio de Sanidad recomienda, referido a las cesáreas, facilitar el acceso de una persona acompañante a elección de la mujer.


Dice la petición : 

"El Hospital Vinalopó de Elche destaca por ser uno de los más respetuosos a la atención al parto humanizado y por cumplir gran parte las recomendaciones de la Estrategia a la atención al parto normal del Sistema Nacional de Salud. Pero todavía queda por hacer…

Para las madres, tener a una persona como su pareja durante la cesárea le puede hacer más llevadero el paso por quirófano y ayuda a vivir ese momento como lo que es, algo tan especial como el nacimiento de un hijo, y no algo traumático como ocurre en muchas ocasiones. Por otro lado, esta medida también beneficiaría a los padres, que hasta ahora se les está privando del nacimiento de sus hijos.

Por ello, porque todas deberíamos tener los mismos derechos de tener un parto respetado y un nacimiento digno para nuestros bebés, porque, de por sí, la cesárea ya puede ser un duro trance para la mujer que se había imaginado su parto de manera distinta, pedimos que el Hospital Vinalopó deje entrar a un acompañante en las cesáreas, demostrando así su compromiso con la humanización del parto, siendo la única excepción que por motivos de urgencia vital no se pueda realizar.

En general, pedimos que dejen estar a la madre acompañada de la persona que ella elija en todos los procedimientos (monitores, parto (vaginal o cesárea), etc.), ya que no existe razón médica alguna que justifique lo contrario."


--- Para firmar la campaña haz click aquí.


 

La extinción de la embarazada sana

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Texto original publicado el 23 de agosto de 2013 en el blog “Del útero a tus brazos”, escrito por Mely.


Creo que hubo un tiempo en el que las embarazadas éramos felices, en el que éramos cuidadas (no ninguneadas), consideradas portadoras de gracia y buenas noticias. De vida, que es lo que tenemos dentro, definitivamente. Evidentemente ese tiempo quedó atrás. Las embarazadas, que deberíamos estar exultantes de felicidad, vivimos nuestro embarazo atemorizadas y amenazadas. Bajo la excusa de “por nuestro bien y el de nuestro bebé”, de “comprobar nuestra buena salud”, se han establecido y protocolizados unos procedimientos generalizados a partir de excepciones. Algunas de ellas graves, no digo que no, pero excepciones. El resultado: la embarazada sana no existe.

Y no me digáis que soy una exagerada…

La que no tiene diabetes, tiene una pelvis estrecha (que digo yo, que hay por ahí gente que tiene un compás obstétrico incorporado en los ojos, y que no sabe del papel de la relaxina en el embarazo ni del movimiento de contranutación), la que no tiene un bebé demasiado pequeño, lo tiene demasiado grande (también está la variante de la que lo tiene al principio “demasiado grande” y se pasa casi todo embarazo saliendo a caminar después de comer, y al final “demasiado pequeño” y se pasa los 2 últimos meses tumbada del lado izquierdo después de comer; conozco varios casos), la que no tiene el exudado positivo tiene el cuello “duro y demasiado arriba y atrás” (que digo yo que qué pocos partos de “horita corta” han visto; que conozco varios también), y si por fin alguna se escapa y logra llegar al final del embarazo indemne, resulta que se “pasa de fecha” (veánse amenazas de inducciones desde la 40+3, e incluso desde la 39; la Navidad o agosto o mismamente un fin de semana se encontraban sospechosamente cerca…) y si de esta también sale victoriosa porque pare “en su fecha” (esto también da para otro post), no tiene el bebé colocado como el personal de turno quiere o no pare en el tiempo X que el personal, o unos protocolos del siglo pasado (literalmente) decidan.

En conclusión, que es muy difícil que nos dejen pasar el embarazo tranquilas y que podamos parir cuándo y cómo se nos apetece. Y que alguna llegue al final del embarazo sin mácula roja en su irónicamente llamada “Cartilla de salud de la embarazada”.

Esto es nefasto, no ya sólo en el plano de derechos humanos (derecho a la libertad), sino en el plano de la fisiología del parto, ya que va en contra de ésta. Si la hormona reina del parto, la oxitocina, es la hormona que segregamos cuando nos sentimos felices, alegres, llenas de placer, seguras… ¿cómo quieren que la segreguemos, rodeadas de estas circunstancias? ¿Cómo nos vamos a vincular con un bebé del cual sólo sabemos cifras, percentiles, números, gráficas, días, horas, niveles…? ¿Cómo vamos a conseguir que nuestro cuerpo libere esa oxitocina si estamos de adrenalina hasta el cuello?

Somos embarazadas, no enfermas. Somos fuente de vida, representantes de la parte más sana de la población. Somos mujeres, no máquinas, y nuestros bebés, seres humanos, no números. Cuando nos hagáis una ecografía, entendemos que tenéis que mirar la pantalla, pero mirad también nuestras caras, nuestros ojos; no os limitéis a cuchichear con vuestro residente, decidnos en lenguaje que entendamos cómo está nuestro bebé. Porque recordad que es nuestro, no vuestro objeto de estudio, “eso” que veis en la pantalla es NUESTRO bebé, no una placa de Petri.

Las mujeres embarazadas nos sentimos peor que los sospechosos de un delito, ellos al menos tienen derecho a la presunción de inocencia, a nosotras, ni siquiera se nos concede la “presunción de salud”. Las mujeres embarazadas estamos poniéndonos en pie para defender al fruto de nuestro vientre, para que no se nos trate como enfermas, y reivindicamos nuestro derecho a tener un embarazo y un parto feliz y, ya que estamos de pie, nuestro derecho a parir como nos dé la gana y con nuestras propias hormonas de la felicidad.

Dejadnos ser felices, y traeremos hij@s felices a un mundo feliz, y no precisamente el de AldousHuxley, sino todo lo contrario.

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Recomendamos leer también: La extinción del niño sano, Blog Médicos sin Marca, 1 de abril de 2013.

Test de violencia obstétrica

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Unas locas argentinas, mis chicas, crearon una página de Facebook que se llama Los obstetras andan diciendo. Como ellas mismas dicen, el objetivo no es escrachar a los obstetras (hacerlos quedar mal, burlarse de ellos) sino, más bien, dar visibilidad a las cosas que se nos dicen a las mujeres, a las embarazadas, parturientas y puérperas. A veces, poder compartir cómo nos han tratado, empodera. Otras veces, tener en mente las cosas que otras compañeras han vivido, da un poquito más de fuerza cuando nos encontramos en un situación parecida.

El otro día publicaron una lista de preguntas para descifrar si una mujer ha soportado violencia obstétrica. Este Test de Violencia Obstétricaha sido creado entre varias organizaciones argentinas, incluidas Dando a Luz y Maternidad Libertaria. A continuación, copio la lista y respondo con mi experiencia de lo que fue, para mí, el nacimiento de mi primer hijo en un lugar llamado Montepríncipe.

El nombre suena bonito. Como está en Bohadilla del Monte (en las afueras de Madrid) y tiene vistas al monte, yo ingenuamente, cual doncella, fui confiada, pura, sin prejuicios ni temores. Como soy una buena niña de educación clásica de colegio religioso y bilingüe de mujeres solas, y como siempre fui la mejor alumna (yo, junto con Agustina G... pero como seguro que Agus no lee esto, digo que yo fui la mejor y lo dejamos ahí)... En fin, que fui presa fácil para las maquinaciones de desempoderamiento que llevan tan fácilmente a un parto calladito, educado y prolijo, en un horario decente y sin chistar.

Hoy, a pocos días del sexto cumpleaños de mi hijo mayor, este pequeño y maravilloso ser que me hizo madre, que me empuja a ser mejor persona cada día, que me regala conocerlo y conocerme, contesto estas preguntas con honestidad, dolor y lo que sigue siendo un vestigio de rabia.

 

TEST DE VIOLENCIA OBSTETRICA

Marco Legal: Ley Nacional N°26485, Ley Nacional N°25929

Mientras estabas internada en la clínica u hospital, con contracciones de trabajo de parto,

1. ¿El personal de salud hacía comentarios irónicos, descalificadores o en tono de chiste acerca de tu comportamiento?

¡Sí! La matrona, que juro que era la reencarnación de la celadora de mi colegio, la que siempre nos retaba por llevar el pelo desatado o la camisa fuera de la falda escocesa, se enojó mucho cuando dejé notar que me hizo daño cuando me puso la vía en el antebrazo. Se molestó. Mi queja fue molesta para ella. ¿Y así, tan quejica, pensaba yo parir? ¡Ja!

2. ¿Te trataron con sobrenombres (gorda) o diminutivos (gordita-mamita-hijita) como si fueras una niña incapaz de comprender los procesos por los cuales estás atravesando?

«La mami», «el papi»… claro.

3. ¿Fuiste criticada por llorar o gritar de dolor, emoción, alegría…, durante el trabajo de parto y/o el parto?

En una clínica cuyo nombre no recuerdo, nos hicimos la ecografía de las 12 semanas. Nos dijeron que nuestro bebé era un niño. Yo, efusiva y expresiva como soy, di un gritito de sorpresa y alegría. El ginecólogo me dijo: «¡Qué exageración!». Yo me puse a llorar. La violencia obstétrica también empieza antes del parto. En el paritorio, la matrona me dijo que pujara, y cuando lo hice me espetó: «Lo haces mal, así no vas a poder parir».

4. ¿Te fue difícil o imposible preguntar o manifestar tus miedos o inquietudes porque no te respondían o lo hacían de mala manera?

Acá me boicoteé a mí misma. Me daban tanto miedo, que no me animaba a preguntar casi nada. Miento: cuando vinieron con el enema pregunté: «Ay... ¿es realmente necesario?». Respuesta: «Que sí, que sí«. Después del parto, con las piernas todavía en alto, mi hijo envuelto esa tiesa sábana verde, en pleno quirófano, pregunté: «Perdón, ¿cómo se llama el médico que me asistió el parto?» ¡Nadie lo sabía! Me sentí como una tarada: alguien sin nombre, que nadie conocía, había sido partícipe (por no decir protagonista) del momento más importante de mi vida. Genial.

5. ¿Se realizaron alguno o varios de los siguientes procedimientos médicos sin pedirte consentimiento o explicarte por qué eran necesarios?

Rasurado de genitales - Enema - Indicación de permanecer acostada todo el tiempo - Rotura artificial de bolsa - Administración de medicación o goteo para «apurar» el parto - Tactos vaginales reiterados y realizados por diferentes personas - Compresión del abdomen en el momento de los pujos - Episiotomía – Cesárea - Raspaje del útero sin anestesia

No me llevé ni cesárea ni raspaje. Para la rotura de bolsa me dijeron: «Abre las piernas. Ya está». Ahora me pregunto: ¿quién abre las piernas sin saber ni siquiera qué le van a hacer? ¿Quién abre las piernas solamente porque se lo mandan? ¿Quién deja que le metan artilugios en la vagina sin explicaciones previas, sin consentimiento? Una niñita educada, desempoderada, sola y no informada de lo hace. O sea, yo hace seis años.

6. En el momento del parto, ¿te obligaron a permanecer acostada boca arriba aunque manifestaras tu incomodidad en esa posición?

¡Claro! Es que... ¿se puede parir de otra forma?

7. ¿Fuiste obligada a quedarte en cama impidiéndote caminar o buscar posiciones según tus necesidades?

Sí, claro. La matrona me vio moviéndome y me echó una tremenda bronca (es que le había desordenado la cama). Y los monitores eran tan importantes... y después, el monitor interno, clavado en la cabecita de mi hijo (sin necesidad alguna, dicho sea de paso).

8. ¿Se te impidió estar acompañada por alguien de tu confianza?

«El padre tiene que salir» para todo. Entra la matrona, «tiene que salir» mi marido, el padre de mi hijo, mi compañero, mi apoyo, mi confianza. Esperó en la puerta del quirófano (perdón, paritorio) hasta que a la matrona le pareció adecuado que entrara.

9. ¿Se te impidió el contacto inmediato con tu hija/o recién nacido antes de que se lo llevara el neonatólogo para control? (acariciarlo, tenerlo en brazos, verle el sexo, hablarle, darle el pecho, etc.)

Levantaron a mi hijo por entre mis piernas un segundo. Después lo tuvieron que protocolear innecesariamente, sin ninguna indicación médica. Me lo devolvieron a los pocos minutos, envuelto en una tiesa sábana verde, diciendo: «Ya irá la enfermera para enseñarte a dar de mamar». ¡Mi hijo quería mamar ya! Pero su madre, decente y obediente esperaría a la enfermera en su habitación como corresponde. ¡No iría yo a sacar una teta en el pasillo de Montepríncipe!

10. Después del parto, ¿sentiste que no habías estado a la altura de lo que se esperaba de ti (que no habías «colaborado»)?

Tardé en tener contracciones (quizás porque no estaba de parto, pero bueno), vomité en la camilla, hice ruidos guturales durante las contracciones (hasta que me retaron y me subieron la dosis de epidural), me cagué encima por el enema y la epidural de caballo que me dieron, no me pude pasar de camilla porque tenía las piernas dormidas, pujé mal. En fin, una vergüenza de parto, lo hice todo mal.

11. ¿Podrías decir que la experiencia de la atención en el parto te hizo sentir vulnerable, culpable o insegura?

Sí. Sí. Pero ojo, eh, que al irme les dejé un comentario en la hoja de satisfacción agradeciéndoles la atención y el profesionalismo, si bien dejaba claro que no volvería por el trato recibido de parte de las matronas (esta mujer que soy va despertando). Aunque, claro, les regalé unas chocolatinas a las matronas al irnos... que nadie diga que no soy una dama.

Si la respuesta a cualquier de estas preguntas es sí, fuiste víctima de violencia obstétrica.

No sé si reír o llorar... o empoderarme, ser socia de El Parto es Nuestro, hablar con mujeres, ser activista... y más que todo: ¡ser dueña de mi cuerpo y defender el de mis hijos!

 

(Para las argentinas):

Podés llamar a los siguientes números:  [si habéis sufrido violencia obstétrica]
Ministerio de Salud de la Nación – DDSSRR: 0800-222-3444
Dirección Nacional de Maternidad e Infancia: 011–4383-8656
Dirección General de la Mujer del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: 0800-666-8537

 

Y en España, ¿cómo se denuncia la Violencia Obstétrica? Tenemos la denuncia social: redes sociales, El Parto es Nuestro (tanto el blog como colgar nuestros relatos en la web de la asociación, el Facebook, los Grupos Locales, la lista abierta...). También tenemos la opción de poner una reclamación en el centro donde sufrimos dicha violencia. Las reclamaciones tienen peso y son tomadas seriamente. También está la opción, dependiendo del caso, de hacer denuncia legal.

Mi primera cesárea, en Ecuador.

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De nuestra serie Relatos y Experiencias.


Quito, Los Valles, 2011.

Mi suegra llevaba varias semanas asegurándome que Mateo iba a adelantarse y que seguro nacía no solo en pleno puente de Carnaval, sino que además iba a hacerlo el día de mi cumpleaños. Entre risas y bromas nos fuimos a comer, pedí un risotto marinero que dejaría satisfechos a dos hombretones, y no dejé ni un grano de arroz. Eso sí, durante la comida no sabía cómo sentarme, estaba incómoda y no sabía por qué.

Mi embarazo estaba tan adelantado que habíamos decidido no celebrar mi cumpleaños más que con ese almuerzo con mis suegros –mi madre llegaba de España un par de días más tarde para acompañarme en el parto, que se esperaba una semana después–, pero a medida que los amigos llamaban para felicitarme les decía que se pasaran un ratito por casa a tomar algo... Vamos, que la fiestera que llevo dentro salió en todo su esplendor y a las cuatro de la tarde tenía a 20 amigos en casa alucinando con que estuviera de parto. Las siguientes cuatro horas las pasamos contando las contracciones, amagando con ir todos juntos al hospital a seguir la fiesta –porque mi marido no me dejó, que sino...–, haciendo la maleta con una amiga que estaba más nerviosa que yo, y dándonos abrazos y celebrando que mi niño ya llegaba y que había elegido una fecha tan especial para ello.

Los 10 minutos hasta el hospital fueron duros porque no podía ni sentarme (tenía contracciones cada cinco minutos) y nos íbamos riendo porque ni Juan ni yo recordábamos nada de la clase de preparación al parto. Llegamos de tan buen humor a urgencias que el ginecólogo no creía que estaba de parto, no fue hasta que vio el monitor que nos tomó en serio. El equipo que me atendió fue encantador, todos me felicitaron al entrar al quirófano por mi cumpleaños y por el regalazo que estaba por llegar, el anestesista había estudiado en Pamplona y nos contamos nuestras aventuras Sanfermineras, el ginecólogo auxiliar estaba sacando el título de buceo en el lugar donde yo había vivido cuando llegué a Ecuador... Hasta aquí la fiesta.

Mateo nació por cesárea, aunque hasta el octavo mes mi idea era que naciera en el agua con sus padres recibiéndole en un hermoso abrazo. Durante todo un año dudé que la cesárea fuera necesaria, ahora sé que lo fue, pero me queda la tristeza de no haber recibido a mi hijo con más calor y ternura. Los profesionales que me atendieron (ginecólogo y pediatra) promueven los partos naturales, en Ecuador son conocidos por ello, y se supone que la cesárea era respetada: su padre estuvo presente, pusieron un minuto su cara contra la mía –a eso lo llamaron «piel con piel», desvirtuando totalmente lo que significa, además esa manera de acercármelo impidió que pudiera verlo bien–, se le bañó en el quirófano, nos quedamos con la placenta (aunque tuve que insistir)... Y sin embargo, para mí fue todo demasiado frío, y Mateo me resultó extraño, creo que porque le quería abrazar más que nada en el mundo y tenerlo sobre mi pecho pero no podía...

Al participar en Apoyocesáreas descubrí que hice bien en rechazar la programación de la cesárea y esperar a que Mateo eligiera su hora; que podían haberme bajado la tela para verle salir; que podían haberme puesto las vías en un solo brazo para abrazar a Mateo y ponerlo sobre mi pecho en un verdadero piel con piel y que podía haber intentado darle de lactar; que las pruebas inmediatas podían habérselas realizado estando conmigo o más tarde priorizando la lactancia; que se podía esperar a que la sangre saliera del cordón umbilical antes de cortarlo –únicamente me hablaron de la importancia de recolectar las células madre, nunca de la dosis maravillosa de hierro que mi hijo podía recibir de atrasar el pinzamiento del cordón–. 

Me separaron de él enseguida para hacerle más pruebas mientras a mí me cosían –su padre le acompañó, pero solo para ver como le metían en la cuna térmica–, tuve que pelearme dos horas para que le trajeran a la habitación, no tuve ningún tipo de ayuda con la lactancia –la enfermera que atendió mi pedido de ayuda sabía menos que yo, ¡que era primeriza!– y todas las enfermeras me insistían en que le diera el biberón porque el pobre pasaba mucha hambre. Además, en el hospital querían mandarme a casa al día y medio de la operación, pues ingresamos durante la noche y los servicios contratados ya vencían.

Insisto: las personas que me atendieron son conocidas por su progresismo respecto a otros profesionales y se supone que el hospital también. Por eso no busqué más información y acepté que las cosas vendrían de la mejor manera. Ahora sé que no, que cada una hace su camino y que las madres ponemos, en demasiadas ocasiones, nuestra confianza y la de nuestro parto/cesárea en manos de profesionales sin verificar dicha información. Con todo, sigo con el mismo ginecólogo y con la misma pediatra, pero ahora me informo, converso y discuto con ellos. Ahora hablo desde el conocimiento (¡o eso intento!).

Así que aquí estoy, tres años después, decidida a colaborar para que El Parto es Nuestro llegue con fuerza a Ecuador y que gracias a ello las madres estén informadas y empoderadas en sus embarazos y partos y que los profesionales nos comprendan y apoyen en nuestras decisiones, que son nuestras, de nuestras parejas y de nuestros hijos e hijas.

Gracias a todas y todos los que con vuestras vivencias, conocimiento y solidaridad nos hacéis sentir acompañadas, entendidas y sustentadas.

Con todo el cariño.

María 


[Imagen: cedido por Bei Muiño]

PROXIMAS REUNIÓNS EN GALICIA

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Co fin do verán e das vacacións estivais,  retomamos as nosas xuntanzas abertas nos grupos locais en Galicia de O Parto é Noso.

Podes vir a compartir a tua experiencia ou a informarte sobre o embarazo, parto, posparto e lactancia.

 

VIGO

 

En Vigo temos novidades é que mudamos o lugar de reunión. 

Agora vémonos no:

 

Centro Cívico de Teis, 

en Camiño Maceiras s/n.

 

Con moito sitio para aprcar aparcar e ten bo acceso en bus urbán.

As xuntanzas serán os segundos sábados de mes (excepto se coincide con festivo).

-As próximas reunións en Vigo son:

13 de Setembro

11 de Outubro

8  de Novembro

13  de Decembro

 

*Horario: de 11:00 a 13:30 da mañá

 

A asistencia é libre e gratuita e non precisa inscripción previa.

Por suposto os/as peques tamén poden acudir.

¡Esperámosvos!

 

CORUÑA

 

-As próximas reunións en Coruña

13  de Setembro (pendente de confirmación)

11  de Outubro

8  de Novembro

13 de Decembro

 

*Horario: de 11:00 a 13:00 da mañá

 

Vémonos no:

 

Centro Cívico do Castrillón, Plaza de Pablo Iglesias, s/n

 

SANTIAGO DE COMPOSTELA

 

-As próximas reunións en Santiago de Compostela

20 de Setembro

18 de Outubro

15 de Novembro

20 de Decembro

 

*Centro Sociocultural Aurelio Aguirre de Conxo, Plaza Aurelio Aguirre, 1, Conxo

 

*Horario: de 10:30 a 13:30 da mañá

 

LUGO

 

Reunións canceladas ata enero, informaremosvos de calqueira cambio que poida surxir.

 

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