Por Lucy
El término “violencia obstétrica” no tendría que haberse creado, pero el caso es que la situación actual de nuestra atención sanitaria en cuestiones de obstetricia ha propiciado que muchas mujeres hayamos buscado una forma de definir nuestras experiencias antes de, durante y después del parto. Triste. Sí, es muy triste e indignante que estemos hablando sin ningún lugar a dudas de violencia, sea verbal sea física, en un momento de máxima vulnerabilidad. La violencia física quizá sea la más fácil de demostrar e imaginarse; pero las que hemos sido destinatarias de los comentarios más hirientes y crueles tampoco lograremos olvidar la verbal.
No, no son imaginaciones nuestras. No estamos exagerando. Ya quisiéramos que fuese mentira. El simple hecho de que hace ya unos diez años se reuniesen mujeres para hablar de sus experiencias traumáticas y nada satisfactorias es una muestra de que durante años hemos sido víctimas de una violencia obstétrica, cuyas secuelas perdurarán hasta el ultimo día de nuestras vidas. De esa reunión salió esta asociación y confío en que no tengan que pasar otros diez años antes de que se acuñe el término que desgraciadamente define lo que muchas seguimos sufriendo para ser madres. Desde que la asociación El Parto Es Nuestro empezase a informar y apoyar a las mujeres para la toma de decisiones durante el proceso del parto, muchísimas familias han logrado crearse sin pasar un mal trago.
Pido tu colaboración para que todos seamos conscientes del daño que está causando la “violencia obstétrica”, y no solo en días tan señalados como el de ayer, 25 de noviembre de 2012, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Te pido que participes como puedas para que el término se oiga lo menos posible.