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La Violencia Obstétrica no existe. O eso quisiera decirte...

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Por Carla Romero

A veces me cuesta demasiado hacerme entender sobre este tema.
Es muy complejo, ...demasiado.
Y, siempre que lo expongo nos mueve muchísimas emociones que se hacen difíciles de manejar.

Hay quien me pregunta por qué hablo de Violencia Obstétrica, cuando podríamos decir perfectamente que es mala praxis, y también se entendería (quizá, incluso se aceptaría mejor). Y es cierto, tengo que dar toda la razón: también hablamos de una mala práctica profesional.

En ocasiones me han preguntado que por qué no le llamamos maltrato porque, efectivamente, hablamos de cuando se le da un mal trato a alguien. Y también es cierto. Podríamos nombrarlo así.

¿Y por qué lo llamamos Violencia Obstétrica entonces? Porque, precisamente, es un tipo de violencia que se da, de forma demasiado común, en la especialidad de la obstetricia. Como no se da en ninguna otra especialidad médica.
 
Y porque lo que no se nombra no existe. Y, por desgracia, esto existe demasiado en la vida de demasiadas mujeres (y familias que lo sufren) de este país.

Así que, desde El Parto es Nuestro, le damos esta definición precisamente para darle visibilidad a lo que ocurre.

No hay duda de que las conductas aberrantes están normalizadas en nuestra sociedad (como patriarcal que es, es violenta, en sus cimientos, esquemas y estructuras) y hace falta un reclamo, un toque de atención, para tomar consciencia de esto.

Hasta no hace muchos años, todo lo relacionado con el embarazo y el parto estaba oculto bajo el misterio y el secretismo; las mujeres no hablaban de este tema entre sí, ni con sus hermanas, madres o hijas. Recuerdo, siendo pequeña, que una vecina joven preguntó a mi madre sobre su parto; mi madre, colorada, contestó molesta que sobre eso no se hacían preguntas.

Afortunadamente, el secretismo de hace unas décadas ya no existe. Y por eso hemos podido sacar a la luz lo que nos ha estado (nos está) ocurriendo a las mujeres en este país. Por eso tuvimos que asociarnos en El Parto es Nuestro.

Actualmente, si preguntamos a una mujer recién parida "¿Qué tal fue tu parto?" nos dirá casi sin pensar "Todo fue muy bien, no me puedo quejar". Afortunadamente, en muchos casos es así.

Pero, por desgracia, si profundizamos un poco en esa respuesta, si ofrecemos nuestra escucha abierta y sin juicios, en muchos otros casos descubriremos que sí hay motivos para la queja: pues callaban el miedo, la desolación, la incomprensión, el maltrato físico, la soledad, el maltrato verbal, las prácticas innecesarias y obsoletas, las molestias, los sinsentidos, etc. etc.

¿Por qué callar cuando se ha sufrido?
Porque este sufrimiento se da en un contexto muy concreto, en el que la vivencia de estos hechos sexuales femeninos como son el gestar, parir o amamantar es tan íntima que no se quieren dar detalles, y menos si son escabrosos... Y, a ojos de la sociedad, debe ser todo "tan maravilloso" que nunca se querría reconocer que "el momento más feliz de tu vida" ha sido una verdadera mierda... pisoteada.

Y, para colmo, está el sentimiento de culpa.
La culpa es la mejor cómplice: me callo para no hacer ver que yo me he dejado hacer esto, que yo me he equivocado y que yo no he sabido defenderme ni a mí ni a mi criatura.

También ocurre que muchas mujeres no saben que han sido víctimas de Violencia Obstétrica. Por desinformación. Y, como ya he dicho antes, porque en esta sociedad la violencia está normalizada (y aceptada de tal manera, y tan integrada en nuestras vidas, que no la vemos).

Yo defino la Violencia Obstétrica como violencia social, sexual y de género.

No podríamos hablar de Violencia Urológica porque si un hombre sufre maltrato durante su visita al urólogo, ese maltrato es probablemente debido a las características personales y profesionales de quien le atiende; y esto, según yo sé (o no sé) no ocurre de manera asidua.

Hablamos de Violencia Obstétrica porque hemos necesitado de una asociación para denunciar que la atención obstétrica en nuestro país se halla lejos de toda evidencia científica (más que demostrada) hace ya más de 35 años. Los datos nos reconocen lo que denunciamos: porcentajes demasiado altos de episiotomías, partos en litotomía, partos instrumentalizados, partos con oxitocina, cesáreas, separación de la díada madre-bebé, etc.
Demasiadas mujeres han sufrido y siguen sufriendo sin tener por qué...

Y con esto sólo estoy teniendo en cuenta la mala praxis.

Pero si hablamos de la infantilización, el paternalismo, las malas contestaciones, la falta de mirada, la falta de diálogo, etc., entonces tenemos que agregar a esa mala práxis:

  • La violencia social. Instaurada en la sociedad, la podemos sufrir mujeres y hombres.
  • Sexual. Contra la sexualidad de las mujeres. Pondré algunos ejemplos: los genitales de los hombres no son feos (no como las vulvas, que hoy en día necesitan hasta de operaciones estéticas); como sexóloga, puedo afirmar que sus genitales están estudiados al completo desde hace siglos (se conoce cada terminación nerviosa que no hay que tocar durante un procedimiento quirúrgico, pues cada nervio está localizado; y los de las vulvas, vaginas y útero no); su sexualidad no está expuesta en ningún momento de su vida, nadie puede decirle a un hombre cómo hacer en lo referente a su sexualidad, a no ser que pida consejo...
  • Y de género. Porque, debido a las características determinadas que nos han "impuesto" en nuestra socialización como mujeres, quienes se creen (y se saben) en una situación de poder y de mayor jerarquía con respecto de nosotras nos tratan mal aprovechándose de ello, de manera deliberada, o inconscientemente (pues crecimos pensando que era mejor ser "buena", ceder para solucionar conflictos, no provocarlos, no responder, confiar, etc.).

Hay quien dice que: "Os engancháis al carro de la violencia de género".
Y yo contesto: Efectivamente; y con toda la razón, porque es así.
Porque ahora es el momento histórico en el que podemos hacerlo.
Porque es ahora cuando nos atrevemos a denunciarlo.
Porque es ahora cuando estamos haciendo lo que, hace más de 30 años, hicieron en países que nos llevan más de 30 años de ventaja.

Ojalá pudiera decirte que la Violencia Obstétrica no existe.

Pero no es así. Y por eso, denuncio que en este país existe la VIOLENCIA OBSTÉTRICA.

Y porque lo hago ahora, sé que dentro de unos años mi hija podrá decirme: ¿Qué dices mamá? La Violencia Obstétrica no existe.


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