[Imagen: Placenta. fuente: Babymoon Births]
Esta semana nos gustaría acercaros el tema de la placenta, recopilando textos de nuestra web y nuevos artículos. Bajo el lema "La placenta, esa gran desconocida" os presentamos todo tipo de aspectos que tienen que ver con ese maravilloso órgano humano. Para comenzar un pequeño resumen.
¿Qué ocurre con la placenta?
Una vez que ha salido la placenta es necesario examinarlapara comprobar que realmente ha salido entera y que no ha quedado ningún resto dentro que pueda provocar una infección y abundantes hemorragias. En caso de quedar algún resto sería necesario realizar un legrado para eliminarlo.
Cuando el parto tiene lugar en el hospital la placenta es considerada un residuo biológico y el centro hospitalario es el encargado de su gestión. En los partos en casa, es la familia la que decide que hacer con la placenta. La podemos enterrar, bien como fertilizante (si la enterramos demasiado cerca de las raíces, el poder nutritivo de la placenta es tan enorme, que el árbol se quema y muere), o bien como un ritual. Al enterrar la placenta no la "devolvemos a la tierra" verdaderamente, porque nunca estuvo en la tierra, si no que procede del medio acuático que era el líquido amniótico.
Esta es una elección personal, como la de comer un trocito de placenta, o elaborarla para luego emplearla como remedio homeopático o fármaco. Es habitual también su uso para fines cosméticos, no sólo con recetas caseras si no de forma industrial.
Rituales con la placenta
Muchas son las culturas en las que el tratamiento de la placenta conlleva marcados rituales, como se explica en este texto extraído del libro: “Maternidad y Parto: nuestras ancestras y nosotras”: “En las sociedad malaya por ejemplo (Valenzuela 2009) se considera que la placenta y el recién nacido son lo mismo, por lo que es tratada con absoluta reverencia. Tras el parto la placenta será enterrada en la parte trasera de la casa, si es hombre para retrasar su abandono del hogar, o delante si es mujer, para que encuentre pronto marido. Se considera además que si un bebé llora demasiado es porque los malos espíritus molestan a su placenta. Por ello mantienen una hoguera encendida durante siete días sobre el lugar donde se enterró para así alejar a los malos espíritus. Sin embargo, para muchos de los pueblos andinos, la placenta debe ser enterrada o quemada enseguida tras el parto, ya que podría tener “celos” del recién nacido y ocasionar enfermedades al bebé o a la madre (Davidson 1983). Debido a la estrecha relación madre-feto-placenta durante el embarazo, se creé que ésta tiene poderes sobre la salud de ambos más allá del parto. Los guajiros de Colombia, por ejemplo entierran la placenta en un lugar sombreado para que no cause la fiebre puerperal (Gutiérrez de Pineda 1955). Además creen que los entuertos, dolores producidos por la contracción del útero en los días siguientes al parto, son consecuencia de un mal enterramiento de la placenta”.
La placentofagia
A través de este texto extraído de este mismo libro, podemos conocer cuál es la razón de ser de la práctica de ingerir la placenta, que la sociedad occidental actual considera como mínimo una excentricidad: “Todos los mamíferos placentados, independientemente de que sean carnívoros o herbívoros, ingieren la placenta menos nosotros. Hasta ahora se pensaba que esta práctica era una forma de ocultar las pruebas del parto para evitar atraer a los depredadores. Sin embargo son cada vez más las investigaciones que apuntan a una función extrauterina esencial de la placenta (Cristal 1991; Sánchez 2008, Soyková-Pacherová 1954). Este órgano va a contener gran cantidad de nutrientes, hormonas, vitaminas, minerales y otra serie de factores fundamentales para la recuperación de la madre después del parto. Es rica en vitamina K que disminuye el riesgo de hemorragia tanto en la madre como en la cría. Los bebés humanos van a tener bajas concentraciones de esta vitamina durante los primeros días tras el parto, por lo que van a ser susceptibles a las hemorragias. La leche materna también tiene bajas concentraciones de esta vitamina. La placenta también es una fuente rica en hierro, por lo que su ingesta repondría la cantidad perdida durante el parto.
Existe otra hipótesis (Sánchez 2008), en la que se trabaja actualmente, que apunta a la capacidad de mejorar el estado emocional de la madre después del parto, debido a la reposición de hormonas presentes en la placenta. Esto podría reducir la depresión posparto que puede aparecer hasta en un quince por ciento de las mujeres. En todo caso, debemos ser conscientes, de que esta práctica pudo haber sido común entre nuestras ancestras y que, en algún momento, debido a la aparición de normas culturales o mágico-religiosas, la ingesta de la placenta tras el parto se convirtiera en tabú.
En el siguiente artículo podemos ver un estudio sobre la función extrauterina de la placenta. Según su propio autor Sergio L. Sánchez Suárez, médico y master en nutrición: “la placenta humana no acaba su actividad al finalizar su función intrauterina”.
La placenta se puede descongelar tranquilamente después de 6 meses y puede ser consumida como si fuera fresca.
El nacimiento loto
Respecto a la placentofagia existe mucha controversia. Está claro que la placenta es un órgano vital para el bebé durante el embarazo y que debe tener un gran valor nutritivo, y posiblemente otras muchas propiedades. Sin embargo, no todos los animales se la comen, de hecho los chimpancés- que son los animales más parecidos a nosotros- al parecer no se la comen, si no que practican el nacimiento lotuo, que es más bien lo contrario a la placentofagia. ¿En qué consiste el nacimiento loto?
El nacimiento lotuo o integral consiste en no cortar el cordón umbilical y dejar al bebé unido a su placenta hasta que esta se desprenda sola y ambos se separen de forma fisiológica en el momento en que el proceso individual esté maduro. De esta manera no habrá riesgos de sangrados, infecciones, ni dolor. Michel Odent escribió el prefacio del único libro que recopila toda la información sobre este tipo de nacimiento y lo defiende como "el nacimiento más eco-lógico".
Las guías de la OMS con respecto al tratamiento fisiológico del cordón rezan en la pag. 31: "Pinzamiento tardío o no pinzamiento, es la forma fisiológica de tratar el cordón, y el pinzamiento temprano es una intervención que requiere justificación”. De modo que las autoridades sanitarias contemplan el nacimiento lotuo como una opción fisiológica de tratar el cordón umbilical.
Si no se interviene innecesariamente sobre los procesos fisiológicos ligados al nacimiento, el orden de los acontecimientos sería el siguiente: el bebé se desprende del vientre materno. Poco después, en un proceso no alterado o manipulado, la mujer da luz a su placenta, todavía unida al bebé a través del cordón, y por último placenta y bebé se separan de manera natural sin necesidad de cortar en cordón.
Las experiencias de nacimiento loto, demuestran que a pesar de que, en verano y con el calor, el olor se intensifica después del 3er día, dicho olor no es desagradable. La placenta no tiene un mal olor. Cada placenta tiene su olor, como cada bebé: este olor nos fascina...cada madre se emborracha con el olor de su cría al igual que lo hace con el de la placenta. Se comprueba también que la placenta no se descompone mientras está unida al bebé por el cordón y no hay necesidad de cuidarla con sal marina, aceites o especias.
La placenta es parte del bebé, comparte al 100% su material genético, como si fuera su hermano gemelo. La placenta es la otra parte del bebé, la que no se forma como ser humano, pero que queda en conexión con el bebé, se preocupa por su evolución y alimento, y le procura una conexión directa con la madre. Abogamos por no separar a madre y bebé al nacer, y nos preocupamos de que toda la sangre del bebé fluya desde la placenta al recién nacido, según las recomendaciones de la OMS, pero quizá nos estemos despreocupando del dolor (físico y emocional) que puede causar al bebé una separación abrupta y temprana de la placenta. Quizá sería necesario revisar también el manejo de esta última fase del parto, y cuestionarnos si el corte del cordón es necesario y fisiológico o si procedemos ha realizarlo movidos por cuestiones culturales más que por motivos de salud. Recordando, también, que el nacimiento loto tiene sus “inconvenientes” logísticos. Al tiempo el cordón se endurece y el bebé debe de ser movido con cuidado en conjunto con el recipiente donde reposa la placenta.
La placenta también es nuestra
La placenta también es nuestra. Nuestra y sobre todo de nuestro bebé, no es una basura hospitalaria cualquiera, y tenemos derecho a decidir que hacer con ella. Está claro que la concepción y el tratamiento que se le da está muy influido por la cultura. En la mayoría de las culturas la placenta es importante, su función o su existencia no termina con el alumbramiento, sino que va más allá y hay distintas costumbres y ritos relacionados con ella como hemos visto.
En determinadas zonas de África, las mujeres entierran todas las placentas de sus bebés en el mismo lugar, un lugar casi sagrado. Como nos cuenta Ana Castillo, cooperante…: “A la entrada del pueblo hay una pequeña montañita considerada sagrada en donde entierran las placentas de los niños, justo delante de un altar para rituales religiosos y sacrificios de animales para solicitar protección a los espíritus.”
Pero considerar la placenta parte del parto y algo especial, no ocurre sólo en países poco desarrollados. En Austria, por ejemplo, tras el alumbramiento el personal siempre la enseña a la familia, que lejos de considerar su visión algo asqueroso les parece interesante y muy bonito, hasta el punto de que se quejan cuando no se les ha permitido verla. Además no la tiran tal cual a la basura, si no que se pregunta a la mujer si se la quiere llevar a casa, pues allí se entiende que la placenta pertenece a la madre.
Otras costumbres por Europa:
- Llevar la placenta a casa y plantar un árbol encima (1 árbol para cada hijo…)
- Hacer un impreso de la placenta sobre un papel para encuadrarlo después como recuerdo.
- Comerse parte de la placenta (batido o en crudo…especialmente a mujeres veganas les puede apetecer sacar fuerza de la placenta tras años sin comer carne.)
- Hacerse globuli homeopáticos de unos gramos de la placenta
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Nos gustaría puntualizar a posteriori, según un comentario que hemos recibido de una compañera, lo siguiente:
Dado que la legislación con respecto a la consideración de la placenta como resto biológico no no está calra, se dá el caso de algunos hospitales españoles que entregan la placenta a la madre bajo su solicitud, bien por petición oral, bien por escrito (plan de parto) y/o por medio de un consentimiento informado.
En cuanto a las propiedades que retiene la placenta al ser congelada y posteriormente descongelada, tras la congelación la placenta pierde algunas propiedades para su ingesta o empleo terapéutico: las hormonas.
Por tanto no es lo mismo ingerir o elaborar la placenta mientras está fresca y descongelada (los primeros 3 días tras el alumbramiento) o después de haberse descongelado.
En cuanto a la referencia a la denominación corriente de "nacimiento loto", se aclara que se hace referencia al Nacimiento Lotus (Lotus Birth). Se nombra así por Clair Lotus Day, la primera mujer que documenta el nacimiento de su primer hijo siguiendo este ritual, en 1974 en California. Antes solamente se había descrito el nacimiento sin cortar el cordón en los chimpancés. Clair Lotus Day ha sido la primera defensora de este ritual, junto con Janine Parvati Backer (ambas en EEUU), la matrona Shivam Rachana y la Dra. Sarah Buckley (ambas en Australia).