Por Ángeles Cano
Porque un embarazo sea de riesgo, no significa que el parto no pueda ser un parto normal y tampoco significa que el recién nacido vaya a tener problemas por defecto. Esto es como la presunción de inocencia ¿no?
- “Es que como tu embarazo es de algo riesgo…”
¿Cuántas mujeres embarazadas han escuchado ya esta frase en consulta a lo largo de su embarazo? Algunas incluso llegan a escuchar: “es que como eres de alto riesgo…”.
Y esto se convierte luego en frases que pronuncia la propia embarazada. Primero dirá: “es que mi embarazo es de alto riesgo”, para luego justificarse ante otros así: “es que yo soy de alto riesgo”. Llegado a este punto ya se lo cree, y la confianza en su cuerpo y el funcionamiento normal del mismo va disminuyendo. Nueve meses dan para mucho y con cada consulta y el efecto nocivo de la misma, la confianza en su cuerpo va disminuyendo y su miedo aumentando. Cada vez que van a consulta vuelven a leer el cartel “Consulta de alto riesgo” y cada vez que abren su cartilla lo vuelven a leer. Yo me tiré 6 meses con una cartilla que ponía bien en grande “alto riesgo preferente”, para luego cambiarme de ginecólogo y darme cuenta de que, de un día para otro, ya no era de riesgo.
¿Nos atrevemos a un pequeño cálculo?
Vamos a ver, que levanten la mano las mujeres que están embarazadas y no entran en ninguno de los siguiente grupos “de riesgo”:
- Añosas (más de 35 años)
- Gordas/ obesas
- Bebés grandes/ pequeños
- Flacas, “de caderas estrechas”
- Con cesárea previa
- Las que “no dilataron en el primer parto”
- O peor: las que vienen de una familia de “mujeres que no dilatan”
- Grandes multíparas
- Primerizas
- Mujeres tras tratamiento de FIV, etc.
- Diabetes gestacional
Esta lista se puede alargar mucho, sin duda…
Cabe añadir aquí que en algunos centros privados incluso te clasifican de riesgo por tener miopía, por ser de estatura baja o simplemente porque tu fecha probable de parto cae en navidades. Sí, señores.
Y, claro, el “como tu embarazo es de riesgo” da mucho juego para que una futura madre acceda a todo, o casi todo: a pruebas de diagnóstico a las que normalmente no se hubiera prestado o no tenía pensado hacérselas en primer lugar; a intervenciones varias al final del embarazo, especialmente inducciones más que dudosas que comienzan un jueves y terminan - ¡sorpresa!- en cesárea el viernes antes de la hora de comer; a que se lleven al bebé recién nacido y lo metan, lejos de la madre, en la unidad de neonatos “para observación” o “para entrar en calor” o “por si acaso, como sufrió un embarazo de tanto riesgo”…
Así que, visto el panorama, propongo modificar nuestro lenguaje para no aumentar de manera innecesaria el estrés que puede crear el seguimiento del embarazo en una mujer: propongo sustituir el término “embarazo de (alto) riesgo” por “embarazo que requiere cuidados adicionales” ¿a que no es lo mismo?