Por Diana M.
Imágen del Concurso Fotográfico Marina Alta/ Mercé Mayor Camarena
Con motivo de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, estamos disfrutando estos días de un auténtico festival de imágenes que reivindican la lactancia como una actividad necesaria, sana y, ¿por qué no decirlo?, placentera para madre y bebé. El diario El Mundo también aporta su granito de arena y recoge en su edición digital una colección de bellas instantáneas que en su momento se presentaron al concurso de fotografía Marina Alta y que reflejan ese momento único entre madre e hijo.
Sin embargo, aunque siempre es agradable contemplar fotografías como estas, no podemos dejar de preguntarnos qué tipo de sociedad es la nuestra, que necesita institucionalizar una semana para tratar de "sacar del armario" y presentar ante los ojos del gran público el amamantamiento, que es la opción, al fin y al cabo, normal, natural y lógica para alimentar a nuestros bebés. ¿No es curioso que haga falta celebrar y conmemorar la lactancia materna y, sin embargo, estemos tan imbuidos de la cultura del biberón que nadie necesite una "Semana del biberón" para sentirse apoyado en su opción por la lactancia artificial?
Podemos hacer una sencilla prueba: escojamos a varias personas de nuestro entorno que sean jóvenes y no tengan aún hijos propios y preguntémosles cuántas veces han visto mamar a un bebé. Nos sorprenderemos, sin duda, del escaso porcentaje de ellos que responden afirmativamente. Ahora, demos un paso más para averiguar cuántos de ellos han visto a una madre amamantar en público. ¿Cuántos levantan la mano?
Es una situación paradójica, pero sí, todavía sigue siendo necesario normalizar la lactancia materna, en definitiva, normalizar lo normal.