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Lágrimas blancas

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A veces una madre lactante ve afectada su lactancia de la manera más dolorosa que podamos imaginar. A veces, por suerte no muchas, pero sí de vez en cuando, un bebé muere repentinamente, sin ninguna explicación, sin previo aviso. La madre, desesperada, con los pechos llenos y los brazos vacíos, se encuentra en un momento muy frágil para decidir cómo gestionar la leche que su cuerpo sigue produciendo, sin haber asimilado todavía que el bebé no podrá mamar de sus pechos. Muchas veces, las decisiones sobre esta leche sin destinatario, a priori, son tomadas por personas que desconocen la fisiología de la lactancia y los requerimientos básicos del duelo en general y del duelo perinatal en particular.

Una de las cuestiones básicas es no decidir por la madre, sino proporcionarle opciones, unas opciones que serán planteadas cuando las pueda entender. La mente en shock no procesa la información de igual modo, y atender esta cuestión puntual tampoco es ninguna urgencia.

Cuando una mamá se queda sin su bebé amamantado, por muerte súbita, por accidente del tipo que sea… ¿qué debe hacer con su leche, con su lactancia? ¿Es adecuado «cortar» la leche con fármacos? ¿Qué hay de los efectos secundarios de la medicación? Tal vez la opción más natural y menos traumática para el cuerpo sea la inhibición fisiológica. Pero ¿es el único camino? ¿Puede plantearse la mamá poder donar esta valiosa leche? ¿Tomarla ella misma, también la familia, como potente nutriente en unos momentos en que el duelo va a afectar, seguramente, las rutinas cotidianas?

Nuestra cultura esconde la muerte, y por tanto, actúa con rapidez para borrar todos los signos visibles de su existencia. Unos pechos que gotean leche claman demasiado alto que el bebé no está y es una necesidad social eliminar esta marca. Debemos saber que no hay forma de borrar la muerte de un ser querido, ni falta que hace; la mamá desea todo lo contrario, recordarlo siempre y que sea recordado. Es SU leche y la leche de SU bebé y hay muchas elecciones posibles y factibles.

Es muy importante y muy urgente que nos replanteemos el acompañamiento a las mamás puérperas en duelo. Que nos formemos para ello. Que aprendamos a escuchar y respetar. A no adelantarnos, ni precipitarnos, ni decidir por ellas. Que no olvidemos a los papás ni a los hermanos. Que la muerte perinatal viene para quedarse, ni se borra ni se pasa rápido por ella. Que la prisa siempre es mala consejera y mucho más cuando la muerte se hace presente porque por si sola lo detiene todo, lo paraliza, lo ralentiza por mucho tiempo.

Las lágrimas blancas que lloran la ausencia del bebé quizás son necesarias como proceso de duelo para algunas madres. Las necesidades y los deseos de las familias en duelo son tantos y tan diversos como familias afectadas. No demos nada por hecho.


Para más información:

Guía para la atención a la muerte perinatal y neonatal (Una colaboración de El Parto es Nuestro con Umamanita y La Liga de la Leche, 2009)

 

5.3. ¿QUE SUCEDE CON LA LACTANCIA CUANDO EL BEBE YA NO ESTÁ?

5.3.1. INHIBICION FARMACOLOGICA DE LA LACTANCIA MATERNA

La bromocriptina se usó ampliamente en el pasado hasta el año 1995, cuando la Food and Drug Administration desaconsejó su uso como inhibidor de la lactancia por los riesgos cardiovasculares asociados a su uso en este caso, y actualmente no se utiliza para tal fin.

Posteriormente otro fármaco, la cabergolina, se ha utilizado ampliamente para inhibir la lactancia, aunque cuando está establecida, su eficacia no es la misma que si se utiliza en mujeres que acaban de dar a luz, ya que la madre aunque tome la dosis prescrita suele sufrir ingurgitaciones.

El problema que más frecuentemente se puede presentar tras la toma de este medicamento es la ingurgitación.

La madre, tras la perdida del bebé, puede que no repare en la necesidad de aliviar la incomodidad y tensión en los senos hasta que se haya producido una ingurgitación severa y dolorosa.

Es necesario que cuando se prescriba este medicamento para inhibir la lactancia se informe a la mujer de la necesidad de extraerse leche de sus senos hasta que disminuya la molestia, sin vaciarlos completamente.

 

5.3.2. INHIBIR LA LACTANCIA PAULATINAMENTE Y SIN FÁRMACOS

Esta es la forma fisiológica y natural de inhibir la lactancia.

El proceso puede llegar a durar un mes o más y muchas madres que han inhibido la lactancia de esta manera comunican que aún meses después siguen segregando esporádicamente algunas gotas de leche. Paulatinamente el seno va produciendo cada vez menos leche hasta que la secreción desaparece por completo.

Hay varias consideraciones a tener en cuenta como son: El tiempo trascurrido desde el nacimiento y el número de extracciones diarias. Si una madre realizaba varias extracciones al día (la mayoría de las madres extraen leche para sus bebés entre un mínimo de 5 extracciones cada 24 horas, y otras llegan incluso a 10 extracciones por día) y por tanto tenía la lactancia establecida y con una producción abundante de leche, el proceso puede llevar algunos días más.

La prioridad se centra en evitar la ingurgitación, para lo cual se informaría a la madre de la necesidad de extraer la leche en cuanto comience a sentir el pecho lleno, aunque solo extrayendo una mínima cantidad de leche y utilizando el método que la madre ya estuviera empleando.

Se trata de extraer solo la cantidad necesaria para que la madre deje de sentir incomodidad y espaciar las extracciones a lo largo de los días o semanas siguientes.

También se aconseja el uso de un sujetador que contenga el pecho sin llegar a oprimirlo y utilizar otros de tallas más pequeñas a medida que el pecho va involucionando.


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