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Más sobre la maniobra de Kristeller

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“Se subió encima de mí y empezó a empujarme la tripa.” Así describen las mujeres la maniobra de Kristeller, aún sin saber muchas veces que lo que les hicieron se llamaba así. Independientemente de cómo fuese su parto y de la percepción que les haya quedado del mismo, las mujeres que han pasado por esta experiencia suelen recordarla vívidamente como algo sorprendente, pues no se imaginaban que durante el parto pudiese ocurrir algo así y sobre todo por ser muy desagradable, un acto brutal y tremendamente doloroso. Se nos suelen olvidar muchas cosas de nuestros partos, pero ésta nunca.

Quienes llevan a cabo esta maniobra nos la venden como una ayudita para que el bebé baje y con semejante carta de presentación, a las madres no nos queda otra que mirar el empujón con buenos ojos, como algo positivo para que avance el parto. Sin embargo, no nos advierten de lo peligrosa que es esta maniobra, ni de que las autoridades sanitarias recomiendan no realizarla, por los riesgos que conlleva para la salud tanto de la madre como del bebé. Quizá por esto mismo, esta maniobra no suele aparecer en los historiales médicos y los profesionales pocas veces reconocerán haberla ejecutado.

A pesar de que la evidencia científica ha demostrado lo perjudicial de estos empujones, son muy habituales en nuestros paritorios. Y lo son porque a las mujeres nos obligan a estar tumbadas durante el expulsivo, incluso durante la dilatación. Para que bajen los bebés por el canal del parto lo único que hay que hacer es dejarles tiempo a ellos y libertad de movimiento a sus madres para que les faciliten el camino. Existen además posturas que pueden favorecer ese descendimiento.

Pero la lógica de la verticalidad y la ley de la gravedad son sustituidas en los paritorios por la fuerza y la agresión. Violencia ejercida en muchas ocasiones por cualquiera que esté alrededor de la parturienta, pues no son sólo las matronas quienes se “suben encima” de ella. Los testimonios de las mujeres revelan que cualquiera vale para apretarle en el fondo uterino a una mujer de parto: anestesistas, camilleros, auxiliares… sin preparación obstétrica alguna, pero con fuerza suficiente para exprimirla como a un tubo de pasta de dientes a punto de acabarse.

Hemorragias, contusiones, desprendimiento de placenta, rotura uterina y de costillas, lesiones de órganos internos para la madre. Lesiones, hematomas, hipoxia y quebraduras de miembros superiores e incluso de la médula espinal del bebé. Todo por seguir aferrados a la inmovilización y al potro como indispensables para poder atender un parto. Todo por seguir considerando a la mujer de parto un cuerpo sobre el que actuar y al que extraerle el bebé, en lugar de permitirla parir por si sola.

Los profesionales tienen delito por seguir realizando una práctica desaconsejada y perjudicial, pero las mujeres tenemos también nuestra parte de responsabilidad. Tenemos que tomar conciencia de una vez por todas de que:

PARA QUE EL BEBÉ BAJE, ES MEJOR QUE ESTEMOS DE PIE.

SI NO NOS TUMBAMOS, NO NOS TENDRÁN QUE EMPUJAR.

SI NO ESTAMOS TUMBADAS, NO SE NOS PODRÁN SUBIR ENCIMA.

Todo sobre la campaña STOP Kristelleraquí.


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