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Ninguna de las Unidades Neonatales de Castilla y León cumple las recomendaciones del Ministerio de Sanidad y OMS

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Se ignora de forma habitual y rutinaria los derechos de los recién nacidos ingresados y de sus familias

Informe sobre la Accesibilidad de las Madres y Padres en Unidades Neonatales en Castilla y León y el Cumplimiento de los Derechos de los Bebés Ingresados (4)

A pesar de que las recomendaciones nacionales e internacionales indican que:

  • los padres deben tener acceso las 24 horas al niño enfermo,
  • la lactancia materna debe ser a libre demanda sin restricciones en la duración y frecuencia de las tomas, y
  • se debe poner en práctica el Método Madre Canguro durante el ingreso de los recién nacidos en la Unidad Neonatal,

ninguno de los 15 hospitales con Unidades Neonatales de Castilla y León cumple estas 3 buenas prácticas básicas.

Así relata su experiencia una familia cuyo bebé estuvo ingresado en el Hospital Clínico de Valladolid:

“Nuestra hija nació en 2010, a las 33 semanas, en un hospital que tenía -y sigue teniendo- una política restrictiva de acceso a la unidad de neonatos. Durante sus primeros 8 días de vida, sólo nos dejaban entrar a verla a horas fijas, media hora por la mañana y media por la tarde. A partir de ese momento, cuando empezó a comer por boca, yo podía ir a darle el pecho cada 3h, pero sólo durante el día, y sólo 20 minutos cada vez. Tenía una cantidad estipulada que debía comer, y si a los 20 minutos no había comido esa cantidad, se la llevaban y las enfermeras le completaban el resto con biberón. Las tomas nocturnas se las daban también con biberones y todo esto a pesar de nuestro deseo expreso de amamantarla. Al papá solo le seguían dejando verla durante los dos ratos de media hora anteriores. Esto fue así durante 19 días, hasta que le dieron el alta. Por supuesto, no practicamos el Método Madre Canguro y finalmente no pudimos establecer la lactancia.

En el hospital nos trataban como si fuéramos “visitas”. Teníamos que llamar a la puerta para entrar, y teníamos que esperar a que nos abrieran, incluso a las horas estipuladas por ellos. Nos lavábamos las manos deprisa y corriendo, intentando no perder ni un solo segundo para poder estar con nuestra hija. Eran ellos los que decidían cuándo y cómo podíamos coger a nuestra hija. Incluso una vez, cuando algunos papás teníamos a nuestros bebés en brazos, una enfermera nos dijo que no los cogiéramos, que luego “se acostumbraban” y las que tenían que “aguantarlos” después eran ellas. En ese momento, todos los padres, salvo nosotros, devolvieron a sus bebés a las cunas. Hasta ese punto llegas a sentirte anulado. Eran ellos los que le cambiaban el pañal, aunque estuviéramos nosotros, los que la vistieron el día que le dieron el alta. No recibíamos tampoco información ni, por supuesto, se nos pedía consentimiento a la hora de aplicarle un tratamiento o hacerle alguna prueba, ni siquiera para eso se nos tenía en cuenta.

El apego quedó totalmente afectado. Cuando pude empezar a poner a mi hija al pecho, ella lo rechazaba. Cuando por fin pudimos traerla a casa, yo practicaba el piel con piel con ella y ella se ponía nerviosa y lloraba, rechazando el contacto. Yo misma sentía que aquél bebé no era mío. A pesar de que racionalmente sabía que sí, emocionalmente no me sentía vinculada a mi hija. La culpa por sentirme así, todavía me acompaña.

Nos vinimos a casa aterrados, con un bebé de apenas 1900 grs, al que apenas conocíamos ni sabíamos cómo tratar. Nos costó muchos meses, mucha dedicación y mucho contacto, empezar a vincularnos. El dolor es otra cosa: No hay día que no recordemos esa experiencia, la que más lágrimas nos ha hecho derramar nunca. Esa sensación de pérdida nos acompaña cada día, cómo olvidar lo desgarrados, vacíos e incompletos que salíamos del hospital cada vez, dejando a nuestra niña allí.

A pesar de que nosotros sabíamos, y sentíamos que lo mejor para nuestra hija era estar con nosotros, las políticas del hospital no lo permitían, basándose en razones puramente organizativas y de comodidad del personal, quedando el interés de los niños y de los padres en un segundo plano. Es indignante cómo esto puede estar ocurriendo a estas alturas en algunos hospitales, cuando todas las evidencias científicas abogan por la no separación de los padres y el bebé.

Ojalá ninguna familia más tenga que pasar por esto, pues es una experiencia cruel, inhumana y devastadora, sin duda, la peor experiencia de nuestras vidas.”

Folleto informativo Unidad de Neonatología del Hospital Rio Ortega, Valladolid.

Informes de otras Comunidades Autónomas ya publicadas:


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